En la mañana en la que yo iba a hacer el examen me quise levantar pronto y ducharme para fumigar legañas. Estaba en el proceso de lavado cuando oigo el móvil. Era el profesor. "¿Estás despierto? Ha habido un error con la hora y el examinador lleva esperando media hora. Vístete y vente corriendo." Lo que iba a ser un paseo hasta la autoescuela, fue una maratón. Llegué tan pronto como pude y nos montamos en el coche hasta el lugar donde se comienza el examen, con el profe al volante. Íbamos a 90 km/h por donde había que ir a 50km/h y se saltó varios semáforos en rojo. Dijo: "Esto tú no lo hagas". Llegamos y el examinador no estaba lógicamente. Se había ido a almorzar. Tocó esperar. Mientras, fui explicado sobre el error carrafal de la secretaria de la autoescuela, la cual nos había transmitido la hora temporal, habiendo ignorado la definitiva. El profesor se salió del coche y yo me fue ajustando el cinturón, el asiento y los espejos y me puse a jugar en el móvil a la F1. La espera se alargaba, los nervios a flor de piel in crescendo y el profesor cabreado porque iba a perder 90€ esa mañana con la tontería.
No sé cuanto tiempo después el examinador llegó y se sentó en el asiento derecho trasero. Recuerdo su bastante antipátía y seriedad. Al ver su cara de bruja enfadada porque no encuentra el moco de sapo para su pocción, ya me imaginé suspenso. Pese a las adversidades tan adversivamente adversas, arranqué, conduje lo mejor que pude y aprobé con dos faltas leves. Pensé en todo momento que estaba dando un paseo a un señor cualquiera y funcionó. Influyó también el papel que el profe tuvo al distraer al bocarecta. ¡No pararon de hablar!
Si piensas sacarte el carnet, ten por seguro que de aquí a nada estarás luciendo L. Si ya eres un conductor profesional, ten cuidado al volante y no vayas circulando a lo GTA.